martes, mayo 31, 2005

seguimos siendo feos

Después del paréntesis de la "Cadena que no deja de cadenear", en el que cada uno se ha estrujado su quijotera para sacar a la luz temazos varios que han formado, y siguen haciéndolo, parte de su vida, es imperativo continuar con lo que dejé, creo yo, sin explicar.
Por qué lo de "una trompa y dos orejas". Mi amigo Jorge está en las Palmas, aunque supongo que eso, muchos de vosotros ya lo sabreis ( o sabís, lo que querais). La cuestión es que cuando el abajo firmante tenga unos días, se coge el petata y allí que se va. Problema. Llevado por su imaginación, y movido por su mente rocambolesca, me ha puesto una condición sine qua non. Quizir. Relacionada con la indumentaria que el nene, esto es, yo, deberé llevar un dia playero.
Decir. Que siempre he odiado la playa ( por lo menos la del mediterraneo), y que donde siempre mejor he tomado el sol, ha sido a la sombra. Amén de esto, la idea es que me tendría que poner para ir a la playa un tanga (menuda palabra más fea, su fónetica hace q mis timpanos chirrien, se te hace un nudo en la garganta, tanggggggggggggga). Pero no contentos con eso, debe ser con una trompa de elefante y un par de orejotas. Yo, por supuesto, he aceptado muy a mi pesar.
Menudo tema la indumentaria de verano, en fin... Ya dije que el Sr. Reverte escribe todos los años un artículo sobre este tema. Aquí os va la continuación del Somos feos...


SEGUIMOS SIENDO FEOS
Les aseguro que he pasado el verano intentándolo. Por primera vez desde que tecleo este panfleto semanal me he hecho una violencia inaudita. Titánica. Este año no, pensaba cada semana. Este verano voy a romper la tradición, ya hablar de cualquier otra cosa. Aprovechando que Javier Marías se había quitado de en medio, el perro inglés, yéndose a descansar a la pérfida Albión -en agosto recibí una provocadora postal suya con el careto de Nelson-, y que tampoco él iba a mencionar el tema que en nuestras respectivas páginas era materia de cada verano, decidí mantenerme firme. Nada de artículos sobre la vestimenta playera, me dije; como aquel, tal vez lo recuerden, que un año titulé Somos feos. Esta vez no, decidí. Los colorines y las gorras de béisbol al revés, como si no los viera. No más insultos a la moda decontracté. Así me ahorraré cartas de lectores descontentos. Benevolencia, Arturin. Caridad y benevolencia. Acuérdate de la viga en el propio, etcétera. No te metas, y que se pongan lo que les salga de las partes contratantes de la primera parte.
Pero no puedo. Lo he intentado, y no hay manera. Les juro por el cetro de Ottokar que todos y cada uno de los días que pisé la calle este pasado verano lo hice con la mejor intención, animado por fraternales deseos de buscar el lado positivo. De pasear por un mercadillo de localidad playera e ir besando a la gente en la boca, smuac, smuac, alabando la camiseta de éste, los calzones floridos de aquel, el bodi fosforito de la tal otra. Pongo a Dios por testigo de que anduve con la mejor intención del mundo y una sonrisa solidaria en la boca, tal que así, como la de Sergio y Estibaliz, pese a que a mí esa sonrisa me daba una expresión de absoluta imbecilidad; pero dispuesto a quererlos a todos. Pragmático y bien dispuesto hasta la naúsea. Asco me daba de lo tolerante que iba. Pero no pude. Lo intenté, pero no pude.
Y es que hubo un tiempo en que la gente se vestía de acuerdo con su físico y personalidad; según gustos, educación y cosas así. Ahora, la educación, los gustos, la personalidad y hasta el aspecto físico, vienen dictados por la moda comercial y las revistas y las series de televisión. La ordinariez es la norma, no existe el menor criterio selectivo, y todo en principio vale para todos. Es como si la ropa la arrojasen a voleo sobre la gente, pito, pito, gorgorito; y lo triste del fenómeno es que dista mucho de ser casual, pues cada uno de esos horrores que vemos por la calle ha sido probado y remirado muchas veces ante un espejo. De modo que, hasta esta presunta desinhibición e informalidad son artificiales, más falsas que la sonrisa de mi primo 50 % lana. Por eso el verano es el gran pretexto, y el personal se atreve a cosas inauditas. Este verano he visto, como le diria Kurtz a Harrison Ford en un híbrido surrealista de Blade Runner y El corazón de las tinieblas, horrores que creí no ver jamás. He visto combinaciones de prendas y colores alucinantes. He visto clónicos del conde Lecquio con polo de la Copa América y zapatos náuticos y pantalón de raya corto hasta la rodilla y pantorrilla peluda que me han quitado de golpe las ganas de cenar. He visto a una tía en bañador, y pareo cortito por la calle principal de una ciudad cuya playa más cercana estaba a cincuenta kilómetros. He visto enanos raperos con zapatillas de luces rojas intermitentes, que pedían a gritos encontrarse con un neonazi majareta de Illinois armado con un AK-47. He visto venerables ancianos con piernecillas blancas y pelo gris, gente que hizo guerras civiles y trabajó honradamente y tuvo hijos y nietos, vestidos para el paseo vespertino con bermudas de colores y una camiseta de Expediente X. He visto impúberes parvulitas con suelas de palmo y medio y tatuajes hasta en el chichi. He visto maridos que paseaban, orgullosos, a legítimas vestidas de diez mil y la cama aparte. He visto morsas de noventa kilos con pantalones de lycra ceñidos por abajo y bodis ceñidos por arriba, derramando pliegues de grasa que habrían hecho la fortuna de un barco ballenero. He visto injertos de Andrés Pajares y el Fary propios de la isla del Doctor Moreau.
Así que un año más, me veo en la obligación de confirmarles que no es sólo que seamos feos. Lo nuestro no es un simple presente de subjuntivo plural que podría interpretarse como veraniego y casual. Lo nuestro es que seguimos siendo feos con contumacia, a ver si me entienden. Feos y ordinarios con premeditación y alevosía. Feos sin remedio. Y además -eso es lo más grotesco del asunto- previo pago de su importe.

Arturo Pérez-Reverte

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me ha encantado el artículo. Sobre todo lo de los tatuajes hasta en el chichi. Es la pura verdad.

Es brutal la cantidad de horteras que hay en España. Está llena de "Omaítas", nuevos ricos con un mercedes, del cual se bajan llevando sandalias o chanclas con calcetines blancos, los 3 primeros botones de la camisa desabrochados y por supuesto que no falte la cadena de oro, fundamental. Además se llaman Joshua, Jennifer, Ricky o Micky. En las playas del cantábrico en verano deberían ser una especie de fauna ibérica objeto de estudio...

7:50 p. m.  
Blogger Iván Payá said...

Kike, chato, discúlpame por haberte abandonado esta última semana, pero no sabes lo liado que voy...

Tío, yo ya no sé si pienso como Arturo porque me parece ridículo todo ese display de carne y tejido atentatorios para con el buen gusto, o es que soy simplemente yo, que soy un intolerante. Cierto que yo, como tú, soy más de sombra y poco amigo del sol y la playa (la cual, entendida como un trozo de arena plagada de papeles, agua sucia y 28 personas por metro cuadrado, siempre me ha repelido). Pero tío, es que hay cosas que no se pueden aguantar.

Dicen que el concepto de "vergüenza ajena" es exclusivamente español, no existe traducción para ello en ningún otro idioma. Afortunada o lamentablemente, ya hasta nosotros lo estamos perdiendo. Hasta hace poco, los que lucían chichas y "bodis" imposibles eran los guiris. Pero ahora no hay playa mediterránea que no se libre de la plaga del horterism.

Por unas playas no contaminadas visualmente por el virus fosforito!!

Un abrazo.

10:10 p. m.  
Blogger Alicia said...

kikepor dios¡¡ no hagas tan largos los post¡¡q te da yuyu empezar a leer..te he dejado deberes en mi blog, conociendote te vana aencantar..jej

12:11 p. m.  
Blogger kike said...

La verdad es que es un poco lamentable el panorama nacional en este sentido ( al igual q en muchos otros). Pero vamos, q también somos únicos en dar caña a estas cosas, así que una cosa compensa a la otra.

Carlos: Lo de las omaitas y el panorama humorístico nacional en estos momentos es asíN. menudo tema las Omaitas...pronto aparecerán por aca con ocasión de un artículo q me ronda la cabeza...

Iván: No me digas q te disculpe por nada, has oido tio, joder, q no te tengo q perdonar la ostia!!!! tio!!! (jeje, ya vamos 2-1 míos). Que te iba a decir...q para dar cera, el señor reverte m´alegro verte, no lo hace nada mal, te debo un artículo con ocasión de un apequeña rencilla personal q tuvo debido a un pantalón corto y unas piernas peludas q asomaban bajo ellos ( brú-tal). Y es verdad, no existe traducción de vergoña ajena en otro idioma, o sí? se aceptan posibles soluciones a tal vacio lingüistico...

Alicia: Si me estas pidiendo q un artículo lo haga por fascículos, pues nop; niet, niet. Si quieres, como mucho, en el próximo pongo (única y exclusivamente para tí) alguna ilustración para q te entretengas un poco con los dibujitos XP.

Carinyets para aquellos q saben volar

6:50 p. m.  

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