miércoles, agosto 13, 2008

al 3

Una Steinburg a mi izquierda. Las de mayores quedaron atrás, conversaciones varias mediante. Y ahora sonido de los noventa. Curioso esos momentos en los que recuerdas algo que te llegó hasta el infinito. Curioso recordar estar ahí sentado y todas aquellas cosas que te llegaron a la cabezota. Curioso y terriblemente agradable localizar esos momentos. La cuestión es la siguiente: te sientas, algo de niños por venir, y te encuentras algo q has deseado toda la vida: un parque, un banco, un paraguas y un bombín. Tan sencillo como eso, y todo junto volviendo un tiempo atrás y con unas cañas bla bla bla. Y todos de acuerdo, todos en el mismo instante, aunq lo que vio cada cual, se queda para uno mismo, por que es lo q tiene la subjetividad de las cosas. Y ahora podría mostrar el asunto, pero no. Seguro que queda en retinas varias. Y el mundo "nunca jamás" seguirá estando ahí, por los tiempos de los tiempos, amén. Y uy, esto se agranda sobremanera con una "chico" entre mis brazos.
Y siguiendo con la conversación mantenida, medio en valenciano medio en castellano "no tendrás la vida de Brian?" retomando y retomando vuelvo a las andadas, a algo que es pura esencia de los que parieron todo esto. A algo que he videado hasta el infinito. Ahí q va:




Y en esta terraza que se ha convertido en reducto de una planta roja que aparece acompañada ya en macetero grande y da un color especial a este espacio.

La cosa es que hoy toca esto por que sí. Por ese viaje en coche de vuelta a casa. Porque seguro que te acuerdas del mismo toda la vida. Choca chavalilla (q te haces mayor). Remilgos de la adolescencia.




Y aquí estem, con cielo casi rojo. Aun no han empezado los dardos a dardear. Pero pronto empezarán. Están esperando. Y daría millones por escuchar ahora esto así tal cual.



Hora de cenar. Y Venus, ante la imperceptibilidad de las cosas, corre millones. Clase de astrología mediante.

kike