viernes, agosto 08, 2008

el cementerio de los barcos sin nombre

Hubo una escena. Una escena que me recordó uno de los cuadros que han aparecido en este espacio. Que una vez vi en forma de lámpara. Una mujer. Una espalda. Una curva infinita. Una ventana. E Imanol Uribe lo retrató a la perfección.
Hacía ya días que no me tiraba en el sofá y me videaba una peli de arriba a abajo. Días que han pasado desde la última vez. Suficientemente grande. Pies revolotenado.
Lei el libro hace ya unos cuantos años. Quizá la historia, amén de las aventuras, amores y desamores, y navegaciones varias, no es la mejor del mundo. Pero en su día, lo que más me gustó fue el detalle, el detalle del contar las cosas. Cómo describir el instante. Eso es algo que llevado a una peli es terriblemente complicado. Y en esta, quizá más. Sí, aparecen pantalones vaqueros, camisa y americana azul marino cruzada. Bombay Azul con tónica. Un sextante compañero de viaje. Pinceladas que no dejan apreciar la importancia que tienen dentro de una historia.
Tampoco es el mejor prota del mundo. Nada que ver con Corso. Pero eso ya son palabras mayores. Que cada uno las entienda como quieras. El libro -peli- es la Carta Esférica. Langostas verdes...ironías de la vida.
Y resulta que las estrellas además, tienen nombre. Los apellidos los pone cada uno.
kike